jueves, 21 de mayo de 2015

20mayLos mitos de Barro Blanco

Una mujer de la etnia indígena Ngäbe Buglé carga a su hijo en un campamento a las orillas del río Tabasará.Una mujer de la etnia indígena Ngäbe Buglé carga a su hijo en un campamento a las orillas del río Tabasará.
Una mujer de la etnia indígena Ngäbe Buglé carga a su hijo en un campamento a las orillas del río Tabasará. Foto por: XINHUA/Mauricio Valenzuela
Sea cual sea la decisión final que tome el gobierno acerca del futuro de la represa de Barro Blanco, la desinformación acerca del tema ha sido el protagonista más importante de los debates mediáticos y las opiniones de expertos y especialistas que conociendo mejor los temas, han preferido omitir ciertas verdades del asunto. Se hace necesario entonces presentar el punto de vista desde la perspectiva del desarrollo humano sostenible.
Mito 1. Los pueblos indígenas están en contra del progreso.
Esta es una percepción ampliamente generalizada, y que en gran parte es el resultado de siglos de engaños y ultrajes cometidos contra los pueblos originarios en nuestra parte del mundo. En el caso de Barro Blanco, sin embargo no es cierto. Originalmente el pueblo Ngöbe estuvo dispuesto a aceptar un proyecto hidroeléctrico que les trajera beneficios. El resultado en cambio fue otro: en la consulta del estudio de impacto ambiental de la obra se les engañó por medio de una convocatoria a una reunión en una escuela donde llegaron principalmente madres con sus hijos, se les repartió algunos obsequios y se les pidió que firmaran una lista. Cuando el resto de la comunidad se percató de que se trataba de la consulta fueron fuertemente reprimidos por la policía y vilmente irrespetados en los medios por los gobernantes de turno.

Mito 2.: Los impactos de la hidroeléctrica de Barro Blanco son insignificantes
La opinión pública tiene la percepción de que las hidroeléctricas son tan favorables al ambiente y a la sociedad que estos factores no se deberían tomar en cuenta para rechazar estos proyectos tan beneficiosos. La realidad es claramente otra y para ello solo necesitamos entender que la mejor metáfora aplicable a un río en su estado natural es la de las arterias del cuerpo de un ser humano. Las arterias llevan sangre con células roja y células blancas, nutrientes, oxígenos y diversos químicos necesarios para el cuerpo. Igualmente el río lleva agua con peces, algas, microorganismos que son alimentos para otras especies, minerales y otros químicos que contribuyen a la salud de todo el ecosistema desde el nacimiento de los ríos hasta las zonas marinas donde los pescadores capturan sus beneficios, Para entender el efecto nocivo de las hidroeléctricas “mas amistosas” con el ambiente, es decir aquellas que son de paso (sin embalse), les propongo el siguiente experimento: tome un vaso con agua, lleno hasta la mitad del mismo, y échele una cucharada de sal y una de azúcar. No lo revuelva. Espere un minuto a que la sal y el azúcar se depositen en el fondo del vaso. Ahora pruebe un sorbito del agua. A continuación tome el vaso y échelo en la jarra de una licuadora y a la velocidad más baja mezcle por un minuto. Pruebe nuevamente el agua y verá que su sabor es distinto, y su temperatura también. Ahora, imagínese eso mismo ocurriendo con un río que pasa a través de una turbina. Agua más caliente, mezclada y con mayor fuerza empobrece el ecosistema del resto del río y la costa que era la desembocadura de este. Con los embalse es mucho peor ya que se le niega al agua a los otros usuarios del río sean humanos, fauna o flora.
En el caso específico de Barro Blanco, el proyecto afecta el acceso de los Ngöbe a tierras que tienen un importante valor religioso. Allí están los petroglifos donde se representa el equivalente de su alfabeto y sus niños aprenden su idioma. Según algunos conocedores, este sitio es también un lugar de peregrinación para ellos. Algo muy similar a lo que sería Atalaya o Portobelo. ¿Se atrevería usted inundar Atalaya para tener otra hidroeléctrica?
Mito 3. : Sin Barro Blanco nos tendremos que alumbrar con guarichas.
Barro Blanco en su versión más grande supuestamente produciría 29 MW/H, quedada la pérdida de energía en su largo recorrido de cientos de kilómetros hasta llegar a la ciudad de Panamá, tan solo alcanzaría para darle electricidad a Albrook Mall. Es más, Barro Blanco por otras razones muy posiblemente no podría producir los 29 MW/H, lo que haría que en la práctica su producción neta fuera inferior a lo que pierde la hidroeléctrica de Fortuna en su recorrido desde la cordillera chiricana hasta Panamá. Barro Blanco tampoco abarataría nuestros costos de electricidad.
Mito 4. : Si se cancela Barro Blanco se afecta la seguridad jurídica del país y se alejan las inversiones.
¿Cobranzas del Istmo? Esto sin mencionar los contratos cancelados por Tocumen S.A. o el lío aquel de Finmeccanica. El concepto de seguridad jurídica no existe en los países serios donde constantemente cambian las reglas por razones de interés social y orden público. ¿Alguien se acuerda de la nacionalización de General Motors por el gobierno de Obama? Había que salvar bienes más grandes y valiosos que los intereses de los particulares.
Mito 5: Barro Blanco no se puede cancelar porque está casi terminada.
Este argumento le encanta al presidente Maduro de Venezuela y a Vladimir Putin. Es el argumento de la razón de los echos cumplidos. En Panamá estamos acostumbrados a que a pesar de que las cosas se hagan mal, con corrupción o juega vivo, tenemos que aceptarlas. Hay un edificio que se está robando terrenos del Parque Omar y que está trabajando con turnos extras para ser terminado, con la expectativa clara de que ninguna autoridad se va a atrever a mandar a tumbar ese edificio. Igual pasa con todo tipo de proyectos y acciones que se sustentan en esta actitud: “Va porque va”. Tanto en Estados Unidos como en Europa Occidental se desmantelan hidroeléctrica por razones ambientales. Aquí les comparto el enlacehttp://news.nationalgeographic.com/news/2011/10/111028-condit-dam-removal-video/.
Existen otros mitos sobre el tema energético y del agua que merecen sus propios comentarios. Desde el 2002, cuando la Defensoría del Pueblo hizo un estudio sobre el tema de las hidroeléctricas en el río Tabasará se concluyó que las mismas perjudicaban derechos humanos y dañaban el ambiente. A pesar de esto en los años posteriores se promovió y se aceptó el proyecto de Barro Blanco. Es tiempo que los gobiernos y las empresas aprendan que lo opuesto a la conservación del ambiente no es el desarrollo humano, si no nuestro suicidio.
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